Vivir la fe
Por: Raúl Sánchez K.
La idolatría, del latín idololatria, significa literalmente “adoración -y culto- de los ídolos”, de las imágenes o representaciones de los falsos dioses.
Ídolo, del griego eídölon, es la traducción más común de nombres hebreos, diversos entre sí. Significa propiamente la imagen, el fantasma forjado por la fantasía.
Nombres hebreos
En la traducción del Antiguo Testamento al griego, ídolo designa unas realidades más concretas, expresadas en el original hebreo:
–Selem: talla, escultura (Núm 33,52).
-‘Asabbim, siempre en plural: imagen tallada (1Sam 31,9).
–Semel, de origen fenicio: estatua de piedra o madera (Ez 8,3.5).
–Massekah: imagen fundida en molde de arcilla (Éx 32,4.8).
–Tabnit: imagen de seres vivientes (Dt 4,16-18).
La traducción emplea otras voces como eikön (Sb 13,6) o agalma (Is 21,9).
Rechazo a los ídolos
“El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único Dios.
La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los ‘ídolos […] oro y plata, obra de las manos de los hombres’, que ‘tienen boca y no hablan, ojos y no ven’. Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: ‘Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza’ (Sal 115,4-5.8; cf. Is 44,9-20; Jr 10,1-16; Dn 14,1-30; Ba 6; Sb 13,1-15,19). Dios, por el contrario, es el ‘Dios vivo’ (Jos 3,10; Sal 42,3, etc.), que da vida e interviene en la historia” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2112).
Más allá de los falsos dioses
“La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. ‘No podéis servir a Dios y al dinero’, dice Jesús (Mt 6,24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a ‘la Bestia’ (cf Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina (cf Gál 5,20; Ef 5,5)” (Ibíd., 2113).
Sólo a Dios se adora
“La vida humana se unifica en la adoración del Dios Único. El mandamiento de adorar al único Señor da unidad al hombre y lo salva de una dispersión infinita. La idolatría es una perversión del sentido religioso innato en el hombre. El idólatra es el que ‘aplica a cualquier cosa, en lugar de a Dios, la indestructible noción de Dios’ (Orígenes, Contra Celsum, 2,40)” (Ibíd., 2114).